lunes, 5 de noviembre de 2012

Película Aurora de Esperanza


No viene de grandes productoras de Hollywood, ni de corporaciones gigantescas como Disney. No tiene un millonario presupuesto, no tiene grandes efectos especiales; por entonces ni siquiera se planteaban que fuesen a existir los ordenadores. No plantea mundos idílicos e imaginarios, ni situaciones fantásticas e irreverentes. No hay “bellas” princesas en peligro ni príncipes “azules” ni brujos “malvados”. En definitiva, no es esa visión actual del cine que tienen los grandes empresarios y productoras de gastarse millones y millones en generar un universo imaginario para sacar partido económico a una manera de evadirse de la realidad. 

Es un reflejo de ayer y de ahora. El reflejo de la miseria a la que estamos condenados los/as trabajadores/as en cualquier lugar del mundo. Esa miseria que es levantarse a diario para producir, y a esa indigencia a la que somos condenados si dejamos de producir. Intentamos aferrarnos a esa pompa de felicidad  que nos ofrecen los productos que adquirimos para centrar nuestra atención en ellos y cerrar los ojos ante lo que le pasa a los demás, siendo conscientes de que alguna vez nos puede pasar a nosotros/as. El drama del paro dentro del estado Español, es desde escandaloso hasta dramático y desastroso. Más del 25% de la población activa del país se encuentra en situación de desempleo, según la última Encuesta de Población Activa. Esto significa que un cuarto de la población está excluida del engranaje económico. No puede abastecerse ni de lo más básico. El estado del bienestar ha reventado y el estado no puede encargarse de asegurar lo más básico a más de 5 millones y medio de personas.

En esta película, el protagonista es parte de este drama. Cierra su fábrica y es condenado junto con su familia a la miseria. Al igual que él, cientos y miles de personas se encuentran en la misma situación. Cualquier oferta de empleo está a rebosar de cientos de otros parados que buscan empleo. Unos se condenan a la desesperación, otros piden limosna y otros como él intenta hacer frente a la situación, organiza a otros como él, denuncia la hipocresía social y exigen a diestro y siniestro trabajo para llevar una vida digna como individuo. Es en definitiva una ventana a ese eslabón de nuestra clase social al que se mira con indiferencia, a ese compañero que dimos la espalda cuando se le presento la carta de despido y que despreciamos por el terrible miedo a que nos ocurra lo mismo.

Hoy en día cientos de miles de personas acuden a la beneficencia que ofrece la iglesia para tener lo mínimo y poder comer, mientras que otra parte tiene lujos sin fin, y siguen mandando a paraísos fiscales los millones malversados a los/as trabajadores/as. Nuestra terrible pasividad, la absoluta dependencia a la beneficencia, y el nihilismo adoptado de la sociedad, nos está condenando cada vez más a la docilidad y al inmovilismo. Y así el estado seguirá dando vueltas al la tuerca de la cadena que rodea nuestro cuello, arrebatando derechos adquiridos con sangre y lagrimas y haciéndonos cada vez más pobres y cada vez más ansiosos de tener más productos que adornen y nos evadan de la miseria diaria. 

La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos o no será. Cada uno/a de nosotros/as, con nuestro trabajo, nuestro pensamiento, nuestra originalidad, y nuestra puesta en práctica, creará ese atisbo, esa Aurora de Esperanza que nos librará de una vez por todas del capitalismo, y que nos permitirá ser personas integras y no peones productores y consumidores de miseria. Y con ese principio se hizo esta película. Una película hecha por trabajadores/as para trabajadores/as. Sin hadas, sin princesas y sin fantasmas. La realidad del día a día de cada uno de nosotros/as.



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