Primero, vamos a definir y contextualizar de una manera rápida para así saber a que nos estamos refiriendo con todo este tema de la “lucha” dentro del sector de la Intervención Social en este país. Voy a definir, ya que desgraciadamente hay muchísimas personas que no saben que es esto de la Intervención Social. La concepción de Intervención Social de manera oficial es una acción programada y justificada desde un marco legal y teórico que se realiza sobre un colectivo de personas concretas con una problemática determinada trabajando los perfiles psicoevolutivos y los sectores sociales con un doble fin de mejorar su situación generando un cambio social, eliminando situaciones que generen desigualdad.
Cualquier persona con un mínimo de 2 dedos de frente podría afirmar, pero si es el mismo capitalismo el que genera la desigualdad, ¿esto para qué sirve? Pero no es lo que quiero exponer ahora mismo, sino centrarme en todo lo relacionado con lo laboral. La intervención social es realizada por un conjunto de trabajadores, cuya actividad no es económica, sino social. Lamentablemente, por la imposibilidad de los estados de dar suficientes recursos a la cada vez más creciente demanda y gracias a la privatización, las empresas, como buitres carroñeros que son, ven en la exclusión social una forma de rentabilidad, y por tanto de negocio, convirtiendo este sector cada vez más en una actividad económica.
Los trabajadores/as, como los de cualquier otro, necesitan comer, dormir y satisfacer sus necesidades tanto básicas como intelectuales, para ejercer esta labor con la mayor precisión posible para superar con creces los objetivos que se plantean con las personas que realizan una labor social. Esto hace necesario que existan unas condiciones laborales óptimas. Claro, que en este caso, no existen. No tienen porque este sector no ha tenido nunca un convenio propio. Y aquí empiezo a contextualizar todo lo relacionado con el convenio:
En el año 2007, por primera vez se firmo lo que sería el primer convenio marco de la Intervención Social de ámbito estatal. Hasta aquí, a pesar de que el convenio era muy endeble, daba un atisbo de esperanza al sector en cuanto a integridad y dignidad del mismo. Ofrecía ciertas herramientas de lucha contra las subrogaciones, daba apoyo en el transporte (vital para la movilidad de los/as trabajadores/as del sector), se reconocían por fin ciertas profesiones dentro del sector que eran fantasmas, se daba un plus medianamente digno de nocturnidad para toda aquella personas que ejercerse su labor de noche (muy extendido en el sector) y se reconocía la antigüedad de los/as trabajadores/as, entre otras cosas más.
Pero no es oro todo lo que reluce, y este atisbo de esperanza se difumino cuando ciertas patronales del sector impugnaron el convenio por razones de representatividad y legitimidad. Así pues todo se fue al garete con la sentencia recogido en el BOE Nº40 del Lunes 16 de Febrero del 2009. Aquí entra en conflicto otro de los grandes buitres en este conflicto, CCOO. Estos cayeron inmersos en una disputa entre los sindicatos de CCOO Enseñanza y CCOO Servicios a la Ciudadania por el control de este sector dentro de la organización. Perjudicados como siempre, por las luchas de poder tanto de la patronal como de las empresas de gestión de conflictos sindicales, son los/as trabajadores/as que continuaron desamparados y enmarcados en legislaciones que nada tenían que ver con su actividad. Débil y enfrentado el sector, continuo la disgregación del mismo, sacando convenios y más convenios sectoriales, a cada cual más precario, llegando a ver en este sector ya 9 convenios distintos, traduciéndose por tanto en un aumento de la confrontación directa entre los/as trabajadores/as de un mismo ramo, sin excluir claro a la confrontación que lleva existiendo siempre con los/as trabajadores/as del sector público.
Todo esto en un contexto laboral que invita a irse de este país de manera urgente y no volver: reforma tras reforma laboral precariza la situación de los trabajadores/as, se flexibiliza cada vez más el mercado laboral, se abaratan los despidos, se congelan los salarios, aumenta la contratación basura de manera legal hasta 4 años, se externaliza y privatiza por doquier, suben el Impuesto de Valor Añadido a los alimentos y demás material básico, sube el transporte de manera desorbitante y el paro crece de manera desorbitada llegando al 25% de la población.
A esto acompaña la cantidad de ERE`s y cierres por parte de asociaciones y ONG`s de todo tipo y pelaje por la falta de contribución del estado ya que, como he explicado anteriormente, este no es capaz de dar suficientes recursos a la cada vez mayor demanda de la población para paliar e intentar salir de la miseria a la que ha sido condenada la clase obrera por la crisis de la deuda de turno del capitalismo y sus auspiciadores. Aquí se puede comprobar un ERE de Proyecto Hombre que afecta a trabajadores del Corredor del Henares u otro ejemplo de otro ERE en Intermon Oxfarm. La consecuencia lógica de todo esto es un mayor número de trabajadores/as del sector en situación de desempleo y un mayor desamparo de la población, cuando ya hay un cuarto de la población Española en la miseria.
Ahora en 2012, una parte de la patronal que dice gozar de una representatividad del 52%, aprovechándose de haber un mercado laboral nefasto y precario, ofrece una propuesta de convenio colectivo a los mal llamados sindicatos, rompiendo definitivamente con los beneficios del anterior convenio y manteniendo la disgregación ya existente del mismo. Y además, quieren implantarlo primero en la Comunidad de Madrid, para así servir de base para sacar uno estatal igual o peor, para así implantar la miseria laboral en otras comunidades autónomas. Perlas como las que han denunciado los/as compañeros/as del Sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT-AIT de Madrid.
La disgregación absoluta del sector, los contratos basura por cuatro años, el fin de la subrogación, eliminación de complementos, congelación de salarios y difuminación de las categorías profesionales, que no llevan más que a la flexibilización absoluta de las condiciones laborales, a la apertura sistemática de las externalizaciones y privatizaciones con la consiguiente mercantilización del sector. La exclusión y cualquier tipo de marginación será por tanto una forma de lucro para empresarios sin escrúpulos. Esto tiene como consecuencia la esclavitud y la miseria perpetua de los trabajadores/as, que lejos de poder hacer proyecto de intervención para generar un cambio social en un individuo, una unidad de convivencia cualquiera o una población en concreto, van a perpetuarla constantemente para rentabilizarla.
Una manera muy extendida es la de tener mano de obra barata semiesclava como ya ocurre con la obra social Caja Madrid, la cual usa a personas con síndrome de Down para trabajar prestando servicios al Corte Inglés, o sufrir una regresión convirtiendo la intervención de manera continua en caridad y beneficencia como practican la ONG Nuevo Futuro, vinculada a peces muy gordos de la alta burguesía española y a la monarquía, o la ONG Remar, vinculada a una secta de cristianos evangelistas españoles.
Y en cuanto a los/as trabajadores/as del sector y los nuevos titulados… Sin un mínimo de estabilidad en nuestro puesto de trabajo, ¿Cómo piensan que podamos tener una vida digna?, ¿Cómo espera la burguesía que podamos independizarnos y formar parte del engranaje consumidor del sistema económico capitalista, si no podemos tener acceso al mercado laboral, y sin una mera estabilidad económica? La gran mayoría de nosotros/as, incluso tenemos que tirar del voluntirado para adquirir experiencia en este mercado laboral, con lo que significa esta práctica, que no es más hacer nuestra propia labor, o la labor de categorías profesionales más bajas de manera gratuita.
Pero antes de echar las culpas a este, a aquel, vamos a mirar el perfil general de los trabajadores/as del sector de la intervención social desde la experiencia tanto en el trabajo dentro del sector como en las asambleas consejistas que últimamente están moviéndose. Es un sector de trabajadores/as totalmente desclasados, sin una pizca de conciencia de clase, que no funciona como agente de cambio social, sino que parte con la premisa de tener una autoridad sometedora en las relaciones humanas. Todo ello por el conflicto constante entre la teoría institucional y la práctica profesional, la carencia de la capacidad crítica política y socioeconómica por la nefasta educación recibida desde pequeños; la cual produce la carencia de un análisis exhaustivo y clasista de las desigualdades que genera el capitalismo y el autoritarismo, o la procedencia en muchas ocasiones de las clases medias (trabajadores/as desclasados que creen poseer un alto poder adquisitivo y por tanto se creen privilegiados).
A esto hay que añadir las coacciones y chantajes perpetuos de las empresas contra los/as trabajadores/as a través de su acción social con los usuarios, para evitar el dialogo y las posibles reivindicaciones de mejoras laborales, así como la casi nula libertad sindical existente y la falta de libertad de conciencia, ya que las empresas prefieren adoctrinar a sus acólitos en base a dogmas de fé, que tener trabajadores/as íntegros/as.
Otro factor es el adoctrinamiento socialdemócrata y ciudadanista, que ha vaciado y desclasado de contenido las reivindicaciones socialistas de apoyo mutuo, solidaridad y autogestión. Es muy común ver en este sector hablar de solidaridad cuando se tiene a muchas personas con diversidad cognitiva trabajando en régimen de semiesclavitud, de apoyo mutuo cuando el estado usa la exclusión como arma de coacción para intereses urbanísticos o destrozar tejidos vecinales asociativos y asamblearios, o de autogestión cuando se trata de elementos para la ejecución de programas diversos subvencionados por el estado o empresas privadas (véase el caso de los pisos de “autogestión” que ciertas ONG`s utilizan para lo relacionado con drogodependencia o sin hogar), o los mercadillos benéficos de otras tantas ONG`s. Este desclasamiento llega a tal punto, que algunos trabajadores/as han dejado de concebir la relación económica como una forma de coacción y de autoridad entre los empresarios y los trabajadores/as, negando la tensión constante entre explotadores y explotados, llegando al punto de concebir a la patronal como amigos/as y compañeros/as, siendo elementos pasivos ante cualquier tipo de ataque a la integridad personal (pueden llegar a estar meses sin cobrar y entender a sus “amigos” el porqué no pueden pagar) y sucumbiendo en la incertidumbre y la autoinculpación al ser despedidos.
Años de pasividad constate ha llevado a que los trabajadores/as sean incapaces de organizarse absolutamente para nada más que para servir a la empresa. Ni siquiera ha hecho falta el engaño de los sindicatos como medio de canalización y dispersión de la agitación obrera. La consecuencia de la disgregación patrocinada por la patronal, como he detallado anteriormente, es la única lucha que mueven de vez en cuando, por “su barco” o colectivo con el que trabaja, despreciando el trabajo del resto. Así nos encontramos que, en un momento tan delicado como el actual, absolutamente nadie se moleste en mirar ni lo más mínimo del convenio, ni de salir a la calle en ningún momento más que si es por la empresa cuando va a perder una subvención.
Y como consecuencia lógica de esto es la degradación de la atención y la acción con las personas, familias y colectivos más desfavorecidos, mientras la exclusión y la pobreza en España aumenta de manera desorbitante gracias a las desigualdades que produce que unos pocos sean poseedores de los medios de producción y se lucren con la plusvalía robada de otros que solo ven una pequeña parte de lo producido, y eso si tal y como está el mercado laboral, tiene la “suerte” de ser explotado.
Y los cierres aumentan, los despidos continúan, la violencia de la exclusión se acentúa, y la represión aumenta en esta constante batalla de clases que perdemos a pasos agigantados.
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