lunes, 17 de mayo de 2010

El ocaso de los Dioses

Neptuno o Poseidón en la mitología romana y griega respectivamente, hijo de Saturno y Ops, hermano de Júpiter. Poderoso dios de los mares y las aguas. Desde su trono en las profundidades, en un enorme palacio de torres doradas, gobernaba los mares. Con su tridente a capricho provocaba las agitación de las olas, hacia brotar manantiales en el lugar donde se le antojara o producía violentos terremotos. Como los demás dioses, jugaba a su capricho y antojo con la vida de los mortales y tenía multitud de romances con las mujeres que se le encaprichaba. Tuvo varios hijos, algunos de ellos son un pilar base de la mitología y de la cultura occidental. Hijos como Polifermo, el cual protagoniza uno de los pasajes de la cruda historia de Ulises, narrada en la Odisea, Criasor o Pegaso, cuando Perseo cortó la cabeza de Medusa.

Desterrado y condenado por la caída de Roma, olvidado por aquellos mortales que una vez le temían y veneraban, ha sido condenado a permanecer inmóvil en la capital del Estado Español Ahora es protagonista y espectador del progreso, y de la degeneración del ser humano derivado de la economía de mercado; y para más INRI a soportar a que miles de “cabezas de balón” vayan a berrear y descargar su ello y su frustración porque una empresa haya ganado una competición de 22 tíos dando patadas a un balón; competición heredera y continuador de los antiguos circos romanos, donde miles de personas se untaban del bálsamo de la violencia, descargando su histeria animal, para aliviar y olvidarse del aburrimiento y la monotonía cotidiana.

Curioso que una vez olvidado, un ser imaginario nacido por el miedo y el temor del ser humano a lo desconocido, sea resucitado y subordinado a los beneficios económicos de una empresa, y venerado por el ello de miles de personas embrutecidas.

La irracionalidad y el temor que sostenía el poder de estos dioses, fueron los mismos que hizieron que derivara al “Ragnarok” de esta parte de la realidad cultural griega y romana.

Todo cambia, todo evoluciona, para que todo siga permaneciendo igual.

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