jueves, 16 de septiembre de 2010

Capitalismo, miedo y exclusión

Llevamos 2 años sumidos en el hundimiento del sistema capitalista. Otro aviso como aquel crack del 29 que deja ver que el sistema capitalista es una montaña de porcelana con bases de cristal muy fino que cada día se agrieta y tiembla un poco más. El sistema ideado por Adam Smith para moldear el nuevo sistema económico que superase al feudalismo y al absolutismo es un apoteósico fracaso. La producción, en manos de empresas privadas sin escrúpulos que son capaces de cualquier artimaña para producir más con el menor costo posible, y el volumen de prestamos y créditos incontrolables de los banqueros, ha llevado al sistema económico al colapso absoluto. La “refundación del capitalismo” como así lo han llamado, si que es una autentica utopia. El planeta se está consumiendo a sí mismo por un sistema económico egoísta, sin ética y sin control que le da igual cargarse los bosques, usar a los animales como producción de carne rápida, o usar a los pobres como fuente de sus experimentos.

En la base de todo estamos nosotros, los que movemos el mundo, los que trabajamos día a día para esta clase que vive a costa de nuestro trabajo, y los que sufrimos que estos inútiles y egoístas empresarios, banqueros y políticos jueguen con nuestras vidas. Y dentro de esta base, las personas que se caen de este peldaño en la escala social. Las personas o trabajadores/as más débiles, con falta de redes sociales, faltas de estudios, dependencias, o con cualquier tipo de situación poco agraciada por cualquier circunstancia personal adversa, gracias a este sistema económico en el que prima la ley del más fuerte, y a las políticas de los gobiernos para ahogar los pocos derechos que la clase trabajadora ha conseguido con sangre, fuego, lagrimas y sudor. Estas personas se encuentran en una situación de indefensión que lleva al cabo del tiempo a no poder llevar las riendas de su vida, desembocado en la exclusión social.

La familia es, según la declaración Universal de los Derechos Humanos, el elemento fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del estado. Gracias (por decir algo) a la familia, institución básica y pilar fundamental de la sociedad de cualquier país y núcleo protector de los habitantes de este estado. La crisis del sistema capitalista, después de 2 años no es tan dramática como lo fue en su día la crisis provocada por la reconversión industrial de Felipe González para adaptarse a los cánones de la Unión Europea. Pero ojo, hablo de “los Españoles”, puesto que la población inmigrante, la mayor parte de la misma, se encuentra en España para trabajar y mantener a sus familias de fuera (los que las tengan), con lo cual no poseen nada aquí. Por lo tanto, son los primeros en notar la falta de trabajo, la de pan y la de la vida. Pero al igual que la población inmigrante, se pueden encontrar familias con todos los miembros en paro, los jóvenes sin ayudas familiares (carne de cañón de la eventualidad y la inestabilidad personal que puede conllevar), parados mayores de 45 años y mujeres.

Aquí es donde entra en juego el “Estado del Bienestar” del estado Español, el cual se encuentra “en pelotas” ante tal reclamo de protección social. Tomando las fuentes de los últimos estudios realizados, por ejemplo por Caritas, las personas en riesgo de exclusión social que demandan los míseros 420 euros que da el estado si se te ha terminado la prestación por desempleo ha aumentado de manera significativa. Las familias que, por ejemplo, han solicitado la Renta de Garantía de Ingresos en Euskadi (parecida a la Renta Mínima de Inserción en otras comunidades), han pasado de 35.000 (que ya es significativo) a más de 54.000. Las ayudas tramitadas por los trabajadores sociales en la Rioja por poner otro ejemplo se han multiplicado por tres. Otro ejemplo es el colapso diario de las infraestructuras destinadas a personas sin techo de el Ayuntamiento de Madrid donde hay más de 1700 personas que viven en la calle.

Con estos datos, podemos ver que nos encontramos ante un sistema de protección social nefasto y burocrático (los 370€ de la RMI pueden tardar más de 3 meses en ser concedida después de mucho papeleo), que no ha sido capaz de actuar y acabar con la pobreza y la exclusión de todas las familias o personas que no son capaces de subir al carro de este sistema económico destructivo e inhumano.

Muchos trabajadores/as cierran los ojos ante esta realidad, a la que temen y les destruye. Cada vez más familias están condenadas al proceso de exclusión, y el látigo del paro esta haciendo que los trabajadores/as acepten de mala gana las promesas de los políticos parásitos y gorrones, sin encontrar ningún tipo de alternativa. La nueva reforma laboral que están apunto de implantar va a abaratar aun más y facilitar los despidos, con lo cual el miedo a los mismos será mayor .Por lo tanto, la insolidaridad y la competitividad; valores sistemáticos del sistema capitalista, aumentara entre la conciencia de los trabajadores/as. El miedo, ha sido siempre una forma de dominación de los poderes políticos y religiosos hacia el pueblo para mantenerlo en la oscuridad y la ignorancia. El miedo en los trabajos es la realidad. Los rumores sobre Expedientes de Regulación de Empleo crece en todas las empresas, unas veces reales, y otras infundados por los patrones para evitar cualquier agitación obrera. El miedo al desempleo y a la exclusión social crece en todas las mentes de las personas trabajadoras y la guadaña del paro anda incesante por todas los portales de personas humildes y trabajadoras.

Cuarenta años de Franquismo han destrozado las ideologías y treinta de sistema político bipartidista ha domesticado y vaciado de contenido totalmente cualquier tipo de ideología que pretenda superar este mísero y ruin sistema económico en el que estamos condenados a desenvolvernos. Las nuevas generaciones han nacido sin ningún tipo de conciencia de clase y la gente que luchó contra el franquismo, y sigue teniendo algún tipo de ideal, ha perdido la ilusión de la lucha por culpa de los sindicatos y los partidos políticos vendidos al capital, cuyo fin es ser un contenedor para minimizar y anular la poca agitación social que la clase trabajadora pueda crear. El sistema económico esta implantando desde que somos pequeños una pequeña conciencia de empresarios. El hedonismo y la individualización esta llevando a implantarnos en nuestras mentes los valores capitalistas de la codicia, el engaño, la violencia, la insolidaridad y el señalar a los excluidos como algo desagradable, detestable, a lo que no acercarse, como si fuesen cucarachas, ratas o basura (igual que el trato que da un empresario cuando despide impunemente a un trabajador, pudiendo dejar a una familia sin comer).

Para cualquier persona, peor que la exclusión social del sistema en sí, es la exclusión y el desprecio por parte de familia, amigos y gente de la calle o de donde sea, solo por creerse superior a estas personas, o por prejuicios por determinadas circunstancias creadas; pero siempre influenciadas por esta sociedad egoísta, competitiva, ruin, inhumana y hedonista. Y esta es la conciencia y la ética que el capital que el miedo y los grandes medios de comunicación de masas alineadas nos implanta en el día a día.

No hay termino medio, ninguna reforma vale. La sociedad nace de la raíz económica, y así es el capitalismo. Si queremos ser personas humanas; individuos únicos y potenciales en la creación de la cultura y en el desarrollo de la razón y la ciencia, hemos de atacar a la raíz de todo el problema hasta superarlo. En las manos de todos los trabajadores/as esta, el seguir formando parte de una sociedad enfermiza de personas vacías y egoístas, que desarrollan su jornada laboral entre el miedo y el sufrimiento, en la que prima el pisotear a los demás para tener dinero y gastarlo de manera inmediata en placeres inmediatos y superfluos, que nos proporciona el capitalismo para olvidarnos de las miserias diarias, y nos hagan degenerar en un ambiente hostil y enfermo. También tenemos la posibilidad de cambiar toda la miseria a través de la autogestión hacia el comunismo libertario






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